martes, 25 de diciembre de 2012

Rayuela de mar



Olivia volvía a estar allí. Tenía a tímidas penas unos diecinueve años, le gustaba usar una remera que nunca dejaba de brillar, el short de jean y unas alpargatas de yute robadas a su madre. Con esa ropa se trepaba a la ruta y viajaba en camionetas hasta los sendero de montaña. También tuvo su primera vez con la remera aún puesta entre el cielo retazado de verde. 
 
Me dice que tengo una risa hermosa, me dice eso y me hace reír hasta querer esconderme detrás de la carcajada. Él me lo dice y me busca con la yema de los dedos detrás de mi boca. Me lo dice y me busca con la yema de los dedos por el contorno de mi boca. Me lo dice y me busca dentro de mi boca, acallando mi risa. Me dice que tengo un silencio hermoso. Me dice eso y trato de no reírme para que en ese silencio se esconda y se enamore de mi boca. Para que en mi silencio habite solo su voz.

Todavía podía sentir su olor en la ropa. Tenía las manos inquietas, buscaba cómo enfrentar a su madre para anunciarle la partida. Una mujer de su edad necesitaba ya mojarse con la sal del mar. Él le había contado que era una montaña de agua, que tenía aludes azules y marrones por todo su contorno. Un eje errático y un desdén plegado a las piedras y a los pies de los caminantes.

Esperó a que su madre se dormitara frente a la salamandra y le pidió que le prestara una frazada porque a donde iba era un lugar desconocido. La miró con los ojos tímidos y llenos de amor. Su madre temblequeaba entre las cuerdas vocales de Olivia. Luego, por última vez le sonrió, confundida y su madre le dijo: a tu voz le falta sal. La estaba dejando ir, pero anclándose en su garganta. Solo la miraba hasta que por fin le colgó un abrazo inmenso. Después, del bolsillo del short, sacó un papel rayado, con letras azules, lo apretó casi tan fuerte como su boca, y lo agrietó casi casi como su labio: Que te alcance para todos esos días que no te voy a poder abrazar.

Y se fue a descubrir su vida marinera. Cuando llegó a la orilla, soltó una piedra sobre la arena y jugó a la rayuela, haciendo cielo en el mar.


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botellas girando en un barril